En sus fotografías la artista nos plantea una serie de imágenes que se acercan a la pintura colonial americana de los siglos XVIII y XIX. Toma como referencias principales los cuadros de castas mexicanos, especialmente aquellos donde se retrataban a las mujeres negras, en una cotidianidad tan simbólica y prejuiciada como reveladora de sus roles y posiciones sociales y culturales. Cuadros de castas que, si bien se han tomado como ejemplos de la discriminación, al mismo tiempo plantean un reconocimiento de esas otras, difícilmente representadas en pinturas de otras partes del continente y del mundo. También plantea referencias a la pintura occidental, especialmente al retrato. Sus retratos fotográficos se vinculan con el retrato realista, el que sin aspavientos ni cánones presentaba de manera directa los personajes tal cual era, sobre todo a aquellas personas de las clases menos favorecidas y sin notoriedad pública, ya vistos en los personajes de la corte española pintados en grandes formatos por Diego de Velásquez o las gitanas de Corot o La criada de Sívori. El paisaje, otro tema que adquiere relevancia en occidente a partir del sigloXVIII, tiene una participación importante en sus obras, no sólo como una ambientación necesaria, sino como parte del reconocimiento obligado de un territorio que, desde el accidente geográfico o la arquitectura, forma parte de esa identidad reencontrada.
En sus retratos fotográficos la artista asume la identidad de esas otras mujeres, perdidas en el tiempo y la historia. Se despoja de su identidad individual y subjetiva para ponerse literalmente en los zapatos de esas otras mujeres, que pueden hacer parte de su pasado familiar e, indiscutiblemente, de nuestro pasado común. Y, al mismo tiempo, en su acción fotográfica, parece retornar a su identidad desde la posición de esas otras, en un juego que implica el reconocimiento y autorreconocimiento, como un reflejo de la propia existencia, de los roles de las mujeres de todos los tiempos y de todas las condiciones. Esta acción fotográfica, en este juego de reflejos alegóricos, metafóricos y metonímicos, vincula la producción fotográfica de Quintero Castañeda con autoras como Cindy Sherman, Rineke Dijkstra, Shirin Neshat, Carrie Mae Weems y Ayana V. Jackson, ubicándose de manera sutil en el ámbito de la acción política y la denuncia.
Con sus fotografías, Vanessa Quintero Castañeda construye una memoria futura, que puede ser parte de una necesaria construcción de identidad colectiva. Ella recrea momentos y situaciones verosímiles, en lugares dónde se sabe hubo presencia de afromexicanos, como se evidencia en las fotografías de Romualdo García. Sus trabajos se ubican en el límite entre el “falso documento” y la apropiación simbólica y metafórica. Son piezas que señalan y ponen en evidencia, de manera poética y actual, ese pasado oculto, parte de este presente continuo.
CARLOS FERNANDO QUINTERO VALENCIA
Artista e historiador del arte